Mi paz sea con vosotros, hijos míos.
La vida en este mundo es muy corta y pasa como un sueño, viviréis para siempre más en la eternidad; porque la verdadera vida se encuentra en el Reino de mi Padre. Me entristece ver que muchos no quieren cambiar; llenan mis Iglesias sólo por estos días, se golpean el pecho y los que les ven dicen que son hombres piadosos; pero no es así. Son los tibios de corazón que hacen mil promesas en estos días, pero se resisten al cambio. Pasa mi Semana Santa y vuelven de nuevo a este camino de pecado y de apego a las cosas de este mundo.
¡Oh, qué tristeza me causan estas almas! Os digo, hijos de corazones divididos: ¡daos prisa y cambiad de una vez, porque se os acaba el tiempo y vuestra tibieza espiritual os conducirá con toda seguridad a la condenación eterna! Oh, sed fríos o calientes; ¡defineos de una vez! ¡Despertad de vuestro letargo espiritual y tomad cuanto antes el camino que conduce a la salvación! Hijos de corazones divididos, no me azotéis con el látigo de vuestra tibieza espiritual. Estad conmigo o contra mí. ¿A quién servís? ¿A Dios, al mundo y sus placeres o al diablo? El Seol está lleno de millones de vosotros a los que una muerte inesperada ha sorprendido.
Me duele y me entristece ver tanta tibieza espiritual en muchos que dicen ser mis parientes. Pobres almas, si no cambian, ¡se van a perder! Escuchad, tibios de corazón: para llegar al cielo, debéis recorrer el camino del calvario, cargando con vuestras cruces. No hay purificación sin sufrimiento; coged vuestra cruz y caminad conmigo, cargando cada uno con vuestra pasión; sólo así podréis alcanzar la alegría de la vida eterna.
Os espero, hijos de corazones divididos; no os demoréis, porque ya no hay tiempo y muy pronto llegará mi justicia, que no conoce la misericordia. Arrepentíos y convertíos y tomad vuestra cruz a imitación mía, caminando por la senda estrecha que conduce a la salvación.
¿A qué esperas para volver a Mí? No quiero tu muerte, sino que vivas eternamente en la gloria de mi Padre. De nuevo te digo: date prisa, porque el ladrido de mi misericordia está a punto de partir. Entrad por la puerta de mi misericordia y haced un buen examen de conciencia; confesadlo todo a uno de mis sacerdotes, para que recibáis mi perdón. Espero que no te demores, el tiempo se acaba; no dejes tu salvación para el último momento, porque puedes perder tu alma. Arrepiéntete y conviértete, porque el Reino de Dios está cerca.
Vuestro Maestro, Jesús el Buen Pastor.
Da a conocer mis mensajes a toda la humanidad.